Narcisistas digitales
Por: Patricia Berdejo
Seguir a la chica dorada; deslumbrarse con costosos automóviles, accesorios de moda, fotos de suculentos platos de comida e imitar los patrones intrascendentes y frívolos de la banalidad de aquellos que, con precarios y austeros pensamientos, proyectos y ocupaciones, llenan con estas falacias los vacíos del alma y todo lo que se escapa de lo material y tangible, se constituye, actualmente, en “tendencia”, en una sociedad que niega contundentemente la existencia de los que no participan activamente en el uso de redes sociales o de los que no le ceden lugar como herramientas indispensables para su bienestar o interacción.
El narcisista digital y experto en manipular emociones, magnificando logros con su visible afán de sentir halago constante con los “likes”, y así, acrecentar su ego, termina por manejar a su antojo las emociones ajenas desde lo sugestivo y paradójicamente fútil y trivial de sus publicaciones, hasta lo complejo, de desnudar escenas que deben ser, sí y solo sí, estrictamente personales e íntimas.
Leer un libro, caminar descalzos, sembrar una planta, jugar con un niño, escribir, contemplar un atardecer, pasear por un parque, disfrutar una conversación, recordar un poema o gozar de lo que se nos ofrece con gratuidad, se convierte, hoy, en una perspectiva poco atractiva para los incapaces de tejer su propia red y transformar su universo a través de la autoconciencia y con la certeza de que la aprobación de terceros es más insustancial de lo que en esencia suelen transmitir.
Imagen: Allan McDonald -Caricaturista-