Opinión

Contaminación auditiva 

Por: Roque Filomena- roquefilomena@hotmail.com

Al igual que la utilización indebida del espacio público, es una invasión que tiene su límite y existen leyes de convivencia ciudadana que lo regulan. Así, la contaminación auditiva es una invasión que también tiene sus normas que permiten hacer respetar la tranquilidad pública como un derecho colectivo y al amparo de las autoridades que han de estar atentas a un equilibrado uso de la sonoridad comercial para que no se convierta en una ruidosa perturbación que atenta contra la salud humana y el medio ambiente.

De hecho, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido es la segunda causa ambiental de problemas de salud, justo por detrás de la contaminación atmosférica. Los efectos más comunes  para la salud incluyen  pérdidas de audición, problemas cardiovasculares, trastornos del sueño, problemas de salud mental y de desarrollo en los niños.

La exposición a ruidos fuertes durante un período prolongado puede dañar las estructuras sensibles en el oído interno; conducir a un aumento de la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la hormonas del estrés, así como la alteración del sueño, fatiga, función cognitiva reducida, deterioro de la función del sistema inmunológico, afectar la capacidad de comunicarse y de disfrutar de los placeres de la vida, como la música.

Las personas tienen derecho a reclamar cuando sientan que su tranquilidad es perturbada por causa del exceso de ruido y/o contaminación auditiva. En este marco, se han desarrollado normas específicas que están respaldadas por la ley 99 de 1993, la cual establece que todas las actividades humanas deben realizarse de manera sostenible y en armonía con el medio ambiente, con el fin de proteger la salud y el bienestar de la población.

De acuerdo con estas normas, se establecen límites máximos permitidos para el ruido, sobre todo para zonas residenciales, de 65 decibeles en el día y de 55 en horario nocturno.

Sin embargo, es común sentir impotentemente como se violan estas normas con los estridentes y enloquecedores ruidos donde en ocasiones suenan dos y más equipos de sonidos a la vez, sin que se logre  controlar el volumen de esta bulliciosa cultura que deja silenciosas secuelas en nuestra salud.

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