Zambrano, del infierno a la gloria
Por: Lida Mendoza Orozco
A principios de la década de los 80 , la población de Zambrano, corregimiento de San Juan del Cesar (sur de La Guajira), vivió uno de sus capítulos más dolorosos: un grupo de personas cegadas por la sed de venganza, llegó hasta los hogares, infundiendo miedo y terror, desplazando a decenas de habitantes que en medio de las lágrimas, decidieron poner a salvo sus vidas y abandonar su tierra sin ningún otro equipaje que el dolor y la zozobra.
Los temibles hombres intimidaron a los zambraneros, incendiaron sus casas de palma y bahareque, otras tantas de ladrillo y teja, robaron sus ganados, sus animales domésticos y aves de corral, sus cultivos, sus enseres pero sobre todo, acabaron con la tranquilidad de un pueblo surcado por las cristalinas aguas del río Cesar y sus inmensos barrancones, custodiado por el majestuoso cerro ‘La Petaca’, donde se vivía plácidamente de la ganadería y la agricultura, un lugar donde reinaba la paz entre los vecinos y donde todos se trataban como si fuesen una sola familia.
Durante muchos años este territorio de gente noble, sencilla, generosa, de manos curtidas por el trabajo, donde el verso, la décima y los cantos nacían silvestres, se convirtió en pueblo fantasma. Hasta allí ninguno se atrevía a llegar ante la desolación y la incertidumbre de volver a vivir el horror de aquellos días.
Zambrano tardó años en salir de esa tragedia que sumió en la tristeza a muchos de sus habitantes y familias enteras que fueron desplazadas y que vieron morir a sus ancianos en tierras extrañas, sin poder sepultarlos en el lugar sagrado que dispusieron para ellos en su terruño. Muchos se acostumbraron a vivir en la cabecera municipal y nunca regresaron, otros sin embargo, algunos años después, decidieron volver y con la fortaleza que siempre los caracterizó, se llenaron de valor y decidieron levantar el pueblo.
Poco a poco se fueron asentando unos pocos descendientes de esas familias zambraneras, sin embargo, también llegaron personas de otros lugares a darle vida a este pueblo que vivió un infierno pero hoy renace en medio de la fe y la esperanza, manoseando la gloria de resucitar tiempos idos en los que la paz y la tranquilidad eran su diario vivir.
Poco a poco, Zambrano fue resurgiendo de las cenizas y hoy es un pueblo donde vive una comunidad de sanas costumbres, gente trabajadora que volvió a cultivar la tierra, volvieron a sonar las campanas de la vieja iglesia, el parque se llenó de niños con la esperanza de un mañana mejor y llegó la inversión de familias que decidieron construir sus casas para disfrutar del descanso, vivir o rentar como sitios de encuentro social y recreativo.
Los nuevos habitantes han logrado establecerse en sana convivencia, respetándose los unos a los otros, demostrando que a pesar del pasado doloroso, Zambrano seguirá siendo un pueblo tranquilo, donde se puede vivir en paz, respirar aire puro y contemplar la naturaleza, como algún día lo hicieron los abuelos.