Crónicas

María Elena Ariza Guerra, la sanjuanera por siempre

Por: Hermes Francisco Daza

Nació en el municipio de San Juan del Cesar, el 12 de mayo de 1948, hija de Agustina Guerra Dávila y Jaime Ariza Barros. Desde muy temprana edad demostró sus dotes de niña inquieta, alegre e inteligente. Sus estudios primarios los realizó en colegios dirigidos por monjas en Villanueva y luego en San Juan del Cesar, donde también inició su bachillerato el cual no pudo culminar, su mayor experiencia la adquirió en la escuela de la vida y superación personal.
Su componente familiar lo integran tres hijos de nombres Maximilian, cariñosamente conocido como “Machín”, ingeniero metalúrgico, Jaime Raúl y Jorge Eduardo, ambos abogados, ellos se convirtieron en el mejor tesoro de su vida.
A María Elena, cariñosamente muchos amigos le decían “Maela”, fue autodidacta, con muchas habilidades extraordinarias para las actividades manuales y artísticas.
En muchos momentos de su vida, intervino en la política, era conservadora de cepa, aprendió mucho de su padrastro Antonio “Toño” Robles, exalcalde de este municipio. Años más tarde fue candidata al concejo municipal en representación de la mujer y su partido, asesorada por el abogado Joaquín Cataño, quien la convirtió en una guerrera conservadora. Amiga personal de Andrés Pastrana y profunda admiradora de Luis Carlos Galán Sarmiento.
Pero la verdad del cuento, las fiestas que la volvían loca eran los carnavales, los disfrutaba del comienzo hasta el final y les daba ñapa. Participaba en la junta municipal del carnaval, presidenta del barrio, candidata vicaria y su especialidad, disfrazarse de algún personaje del pueblo, lo cual era un espectáculo inolvidable, de eso el pueblo es testigo. El amigo Joye Ariza, la bautizó como la “Estercita Forero” de San Juan.

En el campo religioso, su fe siempre en Dios, a quien llamaba “Armenta”, no se pudo saber porque lo llamaba así y su devoción firme por María Auxiliadora, cuando le hablaban de otras vírgenes decía que no eran amigas.
Su carácter frentero, sincero y espontáneo le sirvieron para confrontar sus ideas. Contaba con más amigos que amigas. Palabras de su hijo Machín, “mi mamá fue alcahueta de sus hijos”, en ocasiones los trataba como unos hermanos más o amigos.
Fue tan buen familiar, hasta el punto de decir que ella se “jodía” por los de ella. En algunas ocasiones se tomaba los pleitos ajenos, como el caso que narra el escritor David Sánchez Juliao, en su cuento.
Los hijos le colocaron una reja para darle seguridad a la casa en diciembre de 2016 y ella enseguida comentò: “no hay cosa más incómoda pal bochinchero que una reja”.
Aprendió la labor del tejido, sin ayuda de nadie, elaboraba prendas hermosas, que en muchas ocasiones regalaba a personalidades de la política y de la música vallenata, obsequiándole una bella mochila a Poncho Zuleta, como zuletista que siempre fue y los hijos hicieron que también le regalara una mochila a Jorge Oñate, idea que se hizo realidad y se la entregaron al “Jilguero” en su tierra La Paz.
María Elena y sus manos prodigiosas, tenían la magia de elaborar una camisa, una guayabera y bordarla, pero qué maravilla. Era la encargada de confeccionarle las hermosas mantas guajiras a la ex gobernadora Oneida Pinto, para lucirlas en sus muchos actos políticos, lo mismo le confeccionaba guayaberas y camisas a Kiko Gómez, otro ex gobernador guajiro.

Su gran pasión por la música vallenata la llevó a ser seguidora de Poncho y Emilianito, mejor dicho, zuletista al ciento por ciento, logró sostener una gran amistad con muchos acordeoneros y compositores, muy especialmente con el patillalero Freddy de Jesús Molina Daza. Precisamente fue Freddy Molina, quien en el año de 1969, actuaba para el 23 y 24 de junio, fiestas patronales de San Juan Bautista, le presentó al artista de moda, Alfredo Gutiérrez, que estaba alojado donde el señor Efraín Fernández, esposo de Norys Marulanda, en la casa donde hoy quedan las oficinas del ICA, Freddy la llevò para que conociera a Alfredo, quien era fiel intérprete de las canciones del compositor, pero que sorpresa para Freddy y María Elena, porque cuando Alfredo, vio a esta joven dama sanjuanera, prácticamente quedo hechizado y al hacerle la formal presentación, nace una historia de inspiración que al instante se volvió canción, la Sanjuanera, que fue grabada ese mismo año, para el sello Codiscos de Costeño, en la ciudad de Medellín, fue un éxito musical, al estilo de Matilde Lina de Leandro Díaz, y en 1986, sirvió de soporte para que Alfredo, conquistara la tercera corona como Rey Vallenato, interpretando la Sanjuanera, modalidad de Paseo, que fue muy aplaudida por los asistentes en ese inolvidable festival vallenato, en Valledupar.

La sanjuanera 
I
Está lastimado mi corazón
¡ay! porque no tiene quien lo quiera
Y la culpable es una sanjuanera
que yo me esté muriendo de pasión (Bis)
 II
Ayyyyyy…, si ella me quisiera
y me diera lo que le pido,
viviría complacido
al lado de esa sanjuanera (Bis)
 III
Su nombre yo lo tengo reservado
porque yo no sé si ella me quiere,
Pero lo que sí sé es que las mujeres
quieren al hombre, aunque lo estén negando (Bis)
 IV
Ayyyyyy…, si ella me quisiera
y me diera lo que le pido,
viviría complacido
al lado de esa sanjuanera (Bis)


A partir de la grabación de esa la canción, sale al mercado el disco LP titulado “El Rebelde Del Acordeón”, un 15 de diciembre de 1969, hoy día convertido en un clásico del vallenato y el nombre de María Elena, se volvió canción “La Sanjuanera”.
La vida de María Elena, continuó igual, en nada cambió su modo de ser y personalidad, disfrutaba el éxito de sus hijos en sus labores profesionales y se iba llenando de nietos, nueve en total, pero el ultimo que nació no lo pudo conocer porque ya había fallecido.
Vivió sus últimos años, en la ciudadela Enrique Brito, (Las casitas), gozaba del aprecio de sus vecinos y paisanos, le mamaba gallo a todo el mundo, continuó su vida con el tejido y algo que no pudo dejar, el fumar, lo que le causó mucho daño en su salud.
El 18 de enero del 2017, en horas de la tarde, “la Sanjuanera” es sorprendida por una isquemia cerebral, de inmediato fue llevada a una clínica de la ciudad, el caso era muy delicado, la atención médica fue oportuna y excelente, fue trasladada a Santa Marta, se logra una leve mejoría, para alegría de sus hijos, mamá, hermanos, vecinos y familiares, en resumen, todo el pueblo pendiente de la salud de Maela. Pasan los días y los meses y la enfermedad siguió su curso, la paciente va perdiendo facultades vitales, su residencia se convirtió en un hospital, acompañada siempre de sus hijos, nietos y familiares, no le faltaba nada, todo era a tiempo, pero llegó la hora final, Dios quien todo lo puede, su amigo todo poderoso (Armenta), la llamó el 4 de Junio del 2017, cayendo la noche, se nos fue “la Sanjuanera”, sin despedirse de nadie, sin decir adiós, solo nos tomó la delantera, de lo que si estamos seguros es que dejó muchos recuerdos, su alegría como una huella que perdurará por siempre.

Su amigo y vecino Julio Reyes Palacio Celedón, quien la conocía como la palma de su mano y la soportaba con sus caprichos y temas, con mucho dolor por su fallecimiento, le cumplió la promesa hecha un día de conversación y festejo: el que muriera primero despedía musicalmente al caído, le tocó a ella partir y el creía que no iba a ser capaz de hacerlo, pero ella misma le dio ánimo y fuerza  y con el consentimiento de sus hijos y familiares, le cumplió al pie de su tumba, cuando sellaban su bóveda, sonó en varias ocasiones su canción “La Sanjuanera”.
Seres que parten para siempre al llamado de Dios, como el caso de María Elena, son difíciles de olvidar, porque dejaron huellas perdurables, se recuerdan en la vida diaria, en la política, en carnavales, en fin, nunca se olvidan.  PAZ EN SU TUMBA.

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