Brillante sol decembrino
Por: Roque Filomena
Un nuevo diciembre visita nuestras vidas y el mundo comercial se agita de manera atractiva, para vestir la vanidad de una época en que la sociedad renueva sus ilusiones y la fantasía se apodera compulsivamente para dar cumplimiento a la más importante celebración del año.
En esta época, en que lo cultural y lo religioso se compenetran en una misma tradición: se baila, se come, se bebe, se canta, se peca, se reza y se estrena; independientemente de los estratos o la condición económica de las familias, es por ello que la gente se vuelca animadamente a los centros comerciales, almacenes y tiendas para abastecerse de lo necesario y hasta más, para cada uno de los eventos con que se recibe y se despide el último mes del año.
Con la llegada de un sol brillante decembrino, llegan los parientes, los amigos de la familia y también de lo ajeno, que a pesar del cambio climático y las distintas variaciones que ha sufrido el medio ambiente, no dejan de fluir, creando el mismo clima de zozobra, los que trabajan por ratos, los llamados rateros, que a pesar de sus delincuenciales fechorías, no califican para estar encarcelados.
Así, entre raponazos y atracos, entre pólvoras y campanas, entre música y licor, entre la algarabía y el bullicio, entre luces y colores, van transcurriendo los días de diciembre sin desprenderse de tan arraigadas costumbres ni de los nostálgicos momentos con que se procede a inventariar mentalmente lo que se hizo o se dejó de hacer, de las oportunidades que se supieron aprovechar pero también de aquellas que se dejaron pasar y de las que nunca llegaron; de los cambios prometidos y de los sucesos que a nuestra vida cambiaron y, así mismo, los recuerdos van flotando sin que la fuerza del olvido los pueda arrasar.
También con la alegría y el encanto de un sol brillante, llegan los gastos y las deudas para la tradicional familia que celebra a como dé lugar, y todos contentos en el mes de diciembre que nos encandila con su espejismo y alegre fantasía, aunque después haya que enfrentar la fría realidad del trasegar de un nuevo año, que además de los afanes de sus días, arrastra el diferido del año viejo, con un sinfín de ilusiones, pero con gratos momentos de felicidad.
Que este brillante sol decembrino que el Dios de la vida nos regala, nos depare una sociedad más justa con una familia más solidaria y unida, en donde brillen los verdaderos espacios de paz, amor y reconciliación.