Gritos de libertad
Por: Gonzalo Restrepo Sánchez
Despues de tanto debate que leí sobre este filme, con sinceridad creo (a parte del mensaje que deja bien claro), que es una película fallida que toca un tema de actualidad, pero que desde el punto estrictamente cinematográfico, su director Alejandro Monteverde, si bien, sus imágenes más estéticas de la película contienen, en sí mismas, una valiosa información añadida sobre la historia; todo pudo haber sido mejor y por momentos, da la sensación que se rodó con prisa.
Si solo hubiera que quedarse con un momento del filme, y si algo delimitara intachablemente la sensación de la película y su desbordamiento sentimental, las escenas del último tercio del filme que se desarrollan ante nuestros ojos, sería lo esencial. Y es que el resumen del argumento es fácil, inclusive la historia de por sí acaricia lo poco peligroso —por su tratamiento—, siendo realmente un tema bien embarazoso.
Más allá de los buenos propósitos al denunciar el director ese submundo y resaltar al protagonista, “Sonido de libertad” no es lo esperado, ya que no logra buenas escenas de acción en su solicito momento, su relato jamás logra tensión, los diálogos muchas veces pecan de ceremoniosos y todo se va resolviendo de forma tan obvia y cómoda.
El director de “Bella” (2006) y “El gran pequeño” (2015), asimismo coguionista y además de realizador, se inspiró en la historia real de Tim Ballard (Jim Caviezel, el Jesús de “La pasión de Cristo”), un individuo que durante más de diez años se desempeñó como Agente Especial del Departamento de Seguridad Nacional, pero luego se consagró a luchar de forma personal la trata de niños, niñas y adolescentes.
Que es un fenómeno en todo el mundo, y no solo en nuestro país, por supuesto. La trata de personas no es un fenómeno nuevo, tampoco lo es la trata de niñas, niños y adolescentes. A lo largo de la historia, los individuos en condiciones de vulnerabilidad, han sido tratados como productos, y explotados en beneficio de otros. En el documental “Voces (contra la trata de mujeres)”, por citar un filme reciente, a través de los testimonios de doce mujeres de diferentes nacionalidades cuentan su experiencia, y el documental intenta exponer todos los elementos implicados en este complejo problema, cuyas cifras son alarmantes y van en aumento.
La trata de personas es un delito y una violación a los derechos humanos. Es una situación que se presenta a nivel mundial, pero con una significativa concentración en México [aunque el filme arranca en Honduras]. Colombia es un país de origen, tránsito y destino de víctimas de explotación.
En estos argumentos tenebrosos, las niñas, niños y adolescentes son quienes están más expuestos a ser las víctimas de turno. Pero, primordialmente las niñas y chicos en circunstancias de emigración, discapacidad, e indigencia concerniente a pueblos o comunidades rurales. Esto ocurre en muchos casos, debido a que los victimarios utilizan a personas menores de 18 años, que viven en tales condiciones de pobreza o de desigualdad social. Además, sufren discriminación y son víctimas de violencia por razón de género.
La trata de personas con fines de explotación compone la esclavitud del siglo XXI. Cada año, casi 3 millones de personas —el 80% mujeres y niñas—, son víctimas del tercer negocio clandestino tras el tráfico de armas y drogas. En el caso de la trata con fines de explotación sexual, este fenómeno aparece vinculado en España a la inmigración. De todas formas, el filme hoy analizado nos recuerda estar atentos a estos nefastos sucesos.