Curazao, tierra de tradiciones y encantos en el sur de La Guajira
Por Hermes Francisco Daza
El corregimiento de Curazao pertenece al municipio de San Juan del Cesar, está ubicado en el extremo sur de la península de La Guajira, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta y la serranía del Perijá.
Desde su creación, Curazao formó parte del corregimiento de La Junta, constituyéndose en el barrio más extenso de esta localidad, conocida por todos como un solo pueblo, unidos y separados por el río San Francisco, el cual realiza su cauce por el centro de los dos caseríos, dándole el mejor acabado a la hermosura de este ecosistema natural que engalana dicho municipio.
Por razones políticas o administrativas se dio la segregación del corregimiento de La Junta, convirtiéndose en Inspección de Policía, y luego en un corregimiento más, y todo quedó plasmado en el papel que lo aguanta todo, puesto que como en el ‘Sagrado Mandamiento’, “lo que Dios ha unido, no podrá separarlo el hombre”.
Cuna de artistas
Esta población, que tiene el privilegio de contar dentro de su extensión territorial con el hermoso pesebre o caserío de Carrizal, ‘Tierra de Poetas’, como lo fue el gran Martín Maestre y ‘El Cacique’ Diomedes Díaz Maestre, el más grande intérprete de la música vallenata, el ídolo de las multitudes y toda su generación, así como los baluartes innatos Marciano Martínez Acosta, Ricaurte ‘El Kate’ Martínez, Henry Arciniegas, ‘Chico’ Sarmiento y Casimiro Lagos.
Curazao se caracteriza por estar rodeada de hermosos paisajes montañosos, es un emporio de gente emprendedora, amable, servicial, noble, talentosa, trabajadora, con mucho calor humano, ilustrada por personajes de expresiones con muchas hipérboles y actuaciones picarescas; y excelentes profesionales que se destacan en diferentes regiones del país. Su principal actividad económica es la agricultura, la cría de animales, las artesanías y el comercio informal.
Por carecer de espacios, escenarios e implementos para recrearse, deben utilizar los recursos que el medio les proporciona, es así como sus pobladores organizan tertulias recostados en asientos en los frentes de las casas, donde por costumbre se deleitan diariamente comentando los acontecimientos de su existencia pueblerina.
Sus principales festividades son los carnavales, celebración donde durante cuatro días con sus noches de baile, gozo, jolgorio, ron y maicena reciben el mayor número de visitantes; las tradicionales fiestas patronales de Santa Rita de Casia, la Virgen del Carmen, y ahora, el Festival de Tradiciones.
Costumbres regionales
Este es Curazao, el pedacito de tierra que sus hijos llevan en su ser como si fuese un segmento más de su cuerpo, donde todos, por más lejos que se encuentren, añoran volver a recorrer sus espacios telúricos, evocar los gratos recuerdos de las lavanderas con sus fastuosos refajos que se peleaban en el río las piedras que ellas mismas escrituraban para lavar, dejaban tendida la ropa en la playa hasta el día siguiente y nadie se apropiaba de algo que no le correspondiera.
Visitar ese bello entorno es reencontrarse con los viejos amigos, aquellos con los que se disfrutaron las mejores épocas de la primaria y la secundaria, la muchachada del barrio, los paseos al salto de Carrizal, La Vega de las Indias, Los Cocos, el Salto de Fundación y al Guacamayo; mirar las crecientes de La Loma de Primo Víctor, Las Brisas del Guabinero, la unión de las dos crecientes de los ríos San Francisco y Santo Tomás en los Dos Caños.
También son famosas las recogidas de frutas silvestres a Talanquera, Los Cerritos, Agüitas Azules, La Falda, Corazón Gacho y La Despensa; pero no menos famosas son las cazadas de iguana y oso hormiguero para cambiárselos a los indígenas Wiwas que bajaban de la sierra por guineos dominicos, café, ñame y malanga.
Visitar Curazao es ir al río a recoger agua en tinajas para regar las hortalizas, observar a las abuelitas y los abuelos echando una mano de pilón mientras disfrutan un tabaco, a sacar las vacas, tomar espuma de leche con café en el corral, a empotrerar los burros, jugar trompo, pelar las paredes de la escuela con monedas jugando la cuarta, pegar los dibujos en los cuadernos con uvita y leche de higuito, rasparse las rodillas y los codos en los resbaladeros de llantas, participar de una recogida para embarrar un rancho, pastoriá las chivas, matar palomas, volar cometas, jugar con carritos de cardón, angarillar un burro, coger potroso, recoger miel de abejas, cocinar con leña, “pociar” en El Salto, El Guabinero chiquito y el grande; bañarse en la corrientica, El Pocito de Mamacán, Los Dos Caños y El Perehuétano, y a los que no les permitían ir al río, se conformaban con bañarse en Los Arroyitos, El Pocito de Pema y La Guaita.
Volver a Curazao es disfrutar contando un chiste, averiguando los últimos pormenores, qué pasó con Fulanito, si Zutano se casó, dónde vive Perencejo; lamentar la muerte de los seres queridos que han quedado grabados en el corazón de un pueblo que los recordará por siempre. Muy relevante también es ir a bailar a la cantina, recordar que los mejores siete y 31 de diciembre se disfrutaban donde la señora Chave, su casa por esa época se convertía en la pasarela donde todos sin distingo iban a lucir su mejor gala. Qué lindo es reavivarse con la paz, la calidez, su agradable clima y sus hermosos paisajes, si tuviésemos la dicha de volver a nacer, sin pensarlo, preferiríamos este paradisíaco lugar.
Personajes guajiros
No se deben guardar los deseos de invitar a propios y extraños para que visiten esta linda tierra donde Dios se detuvo y regaló muchas cosas hermosas; pero al llegar no se olviden de conversar con Yeyi, preguntarle de quién está embarazada, seguramente le pedirá un pañal o un “yaquecito” para un bebé que nunca nace, y al cual aún literalmente no le ha encontrado papá; o un vestido para Pueblo, custodiándolo celosamente como si fuese el más grande tesoro, pidiendo café, repartiendo besitos, guiñando el ojo y mostrando la querica.
Averigüe qué pasó con el autor de la frase “El que no guste de lo azul que rompa el cielo” , y algo muy importante, acérquese a donde Toya y pídale que le lea el café; o a donde la señora Chave Torres para que le formule una botella, seguro su suerte cambiará; lástima que Tía Flor ya no vive aquí, ella sí que le mostraría en el pocillo de café el caminito de piedra que lo llevaría a lograr sus sueños, las cartas que le envía su amor más secreto, y si se le ha perdido algo, seguro que le diría donde localizarlo, pero no se entusiasme mucho, a todos les dice lo mismo.
Eso sí, tenga mucho cuidado si visita a La Vejé Hinojosa, ella es de lo más querida y zalamera; le ofrecerá variedad de matas y las frutas más grandes del planeta, pero siempre se le pierde todo; no se marche sin aprender a hilar y tejer mochilas, sin degustar la exquisitez gastronómica de la señora Denis, si no tiene plata, ella le brindará para que saboree, y hasta le colgará una hamaca en la enramada para que descanse y espere el almuerzo.
Historias de provincia
Durante su recorrido seguro le contarán la triste historia del desplazamiento forzado al que sometieron a los habitantes de este caserío, pero como podrá observar, ya todos retornaron. Por eso es mejor recordar cosas atrayentes, como por ejemplo, que en los años 80 todos los niños de la escuela querían tener como novia a la seño Rubira Perea, por su espigado cuerpo; que la izada de bandera se celebraba debajo de El Ceibote, considerado un hecho histórico porque se le rendía un homenaje a los símbolos patrios. Y alguno recordará como en los años 90 se gozaban observando a la seño Libia y a la seño Rafaela vencidas por el sueño en pleno salón de clases, y el profundo respeto por el profe Hilmer Acosta y la seño María Helena Vega.
Son inolvidables y admirables los hijos de Enna y Denis comercializando comidas rápidas por todo el pueblo (La Junta y Curazao), y los de Adela, cebollín y panela; ir a comprar mantequilla, aguacate o una libra de queso donde la señora Juana Mendoza (Q.E.P.D.), y luego quien se atrevía a devolverlo, sabiendo que ya se había comido el ‘hijito’ que ella estratégicamente acostumbraba a colocarle, todos la respetaban por su carácter fuerte, gestos y expresiones altivas. Su esposo, el señor Antonio Vega, es el personaje más antiguo de este querido poblado.
Hay tantas anécdotas para contar sobre la interesante historia de este caserío, pero es más grato visitarlo y deleitarse con sus encantos, para ratificar lo expresado por el poeta local: “recuerde que mientras hayan ganas de luchar, hay esperanzas de vencer”: Geovanny Enrique Vega Mendoza (Q.E.P.D.).