De Karina a la Valdiri
Silencio cómplice del gobierno y de los medios de comunicación con el caso Karina Blanco, la niña santandereana vilmente violada y asesinada por un venezolano, ya en su categoría de extranjero, para minimizar el estigma de la xenofobia que corroe.
En su frustada ambición, de convertirse en una estudiosa de las ciencias del comportamiento humano, con todas sus aberraciones, desviaciones y emociones, forjó también esta chiquilla, los anhelos de una casita propia, sin lujos ni ornatos.
La vía de la protesta ciudadana, la solidaridad de sus coterráneos y contemporáneos, repudiando el funesto, es una reacción valiosa, que impacta pero que es superada por el rezago, el olvido y la negligencia, porque preservar o no la vida es solo cuestión instintiva o quizá del destino.
Los reiterados casos de violencia sexual y todos sus conexos y anexos acaparan la atención transitoria de unas endebles instituciones que se limitan a la fría diligencia del levantamiento de un cadáver y la advertencia de hallar y condenar al culpable.
Es lamentable que el tiro de flanco, jamás justificado, que dejó, por fortuna, ilesa a Andrea Valdiri, tenga más difusión y repercusión que los sueños rotos de Karina Blanco.
Por: Patricia Berdejo