‘Efecto Matilda’ y los hombres que invisibilizaban a las mujeres
Por : Ana Amat -La Vanguardia-
Seguro que has oído hablar de la Ley de Newton, la Ley de Pascal, la Ley de Ohm o la Ley de Hubble. Pero, ¿te suenan los nombres Cecilia Payne, Henrietta Swan Leavitt o Jocelyn Bell? Tres astrónomas que sus apellidos también deberían conocerse mundialmente, pero que la historia se ha encargado de esconderlas.
Estas tres mujeres, y muchas más, fueron víctimas del “Efecto Matilda”, que se produce cuando se atribuyen los méritos de una mujer a su marido, su superior o algún compañero varón. Es un efecto de género que se observa en estudios sociales, no solo en la ciencia, también en la literatura u otros ámbitos profesionales.
En una entrevista para La Vanguardia, con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el director del Máster en Astrofísica de la Universidad Internacional de La Rioja, Jorge Antonio Vázquez, ha reseñado algunos ejemplos de este efecto, que toma su nombre Matilda Joslyn Gage en 1993, la primera activista en denunciarlo y una gran luchadora del sufragio femenino, quien siempre recordaba que “hay una palabra más dulce que madre, hogar o cielo. Esa palabra es Libertad”.
Cecilia Helena Payne-Gaposchkin fue una astrónoma y astrofísica anglo-americana que en su Tesis de Doctorado propuso que las estrellas están compuestas principalmente por hidrógeno. Este trabajo fue considerado en su momento como “la más brillante tesis doctoral escrita nunca en astronomía”.
Sin embargo, el estudio se atribuyó siempre a Henry Russell, quien aceptaba que él no lo descubrió, pero la sociedad siempre ha seguido atribuyéndole este descubrimiento a pesar de negarlo en varias ocasiones. En este caso, hubo una resistencia de la sociedad a aceptar la igualdad, la denominada “histéresis”.
Susan Jocelyn Bell es una astrofísica irlandesa que, como estudiante de postgrado, descubrió la primera radioseñal de un púlsar en 1967. La detección de estas radiofuentes nos ha permitido contrastar la teoría de la evolución estelar.
El descubrimiento le dio el Premio Nobel en 1974 a su director de tesis, Antony Hewish (junto a Martin Ryle). Una científica más que sufrió el “efecto Matilda” por su superior varón.
Ahora, con 78 años, ya jubilada del mundo de la investigación, Bell es profesora de la Universidad de Oxford y presidenta de la Real Sociedad de Edimburgo.
Henrietta pertenecía al colectivo de las Calculistas de Harvard, que se encargaban de analizar las placas fotográficas que se habían sacado con el telescopio del Observatorio de Harvard, y de otro que tenían en Arequipa, en Perú, para tener imágenes de los dos hemisferios.
Swan Leavitt destacó porque estuvo analizando las estrellas de las nubes de Magallanes y descubrió que había unas estrellas que variaban de brillo y que las más brillantes tenían un periodo más largo.
Un descubrimiento que le llevó a escribir un catálogo con miles de estrellas, firmando ella el primer artículo, pero su jefe el segundo.
Gracias a este estudio se puede hacer la Ley de periodo-luminosidad para determinar distancias en el universo. Esta idea sigue siendo la única forma que tenemos de medir de manera directa la distancia a cualquier galaxia. Sin embargo, la Ley nunca va a llevar su nombre.
El efecto Matilda lleva el nombre de Matilda Joslyn Gage, sufragista de finales del XIX que luchó por los derechos de las mujeres y las minorías.
El talento no tiene género:
¿Qué pasaría si Einstein hubiera nacido mujer?
Pues que probablemente hoy no sabríamos quién es Einstein. Y es que los méritos de sus descubrimientos se los hubiera llevado algún compañero de investigación.
Probablemente, la baja presencia de mujeres en las aulas de las carreras STEM se debe, en parte, a la falta de referentes que fomenten la vocación científica en las niñas en edad escolar.
En este sentido, el movimiento #NoMoreMatildas, promovido por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, nace para devolver a todas las científicas invisibilizadas el reconocimiento que merecen, empezando por los libros de texto y, así, evitar que centenares de niñas y adolescentes dejen de hacer una carrera científica por no tener espejos en los que verse reflejadas.