Caos mundial de aerolíneas
Un verdadero infierno de congestión en aeropuertos, retrasos y cancelación de vuelos, pésimo servicio a bordo y pérdida de equipajes. Eso es lo que vive el mundo en estos días, que son los más activos de las vacaciones de verano en el hemisferio norte.
Buena parte de los propios pasajeros no lo saben, pero el sector aéreo enfrenta una de las peores y más graves crisis de su historia debido a que durante los días de los confinamientos por el covid-19, cuando los viajes se suspendieron, muchas aerolíneas y aeropuertos despidieron a buena parte de sus trabajadores. Ahora, cuando se reactivó la demanda y regresan los usuarios en masa, la industria no logra ponerse al día y son cada vez más frecuentes los cuellos de botella en la operación.
Estados Unidos así como varios países de Europa y Asia enfrentan las situaciones más difíciles. El domingo pasado fueron cancelados 12% de todos los vuelos nacionales e internacionales en la potencia norteamericana y 40% sufrieron retrasos. En el viejo continente aeropuertos como los de Frankfurt y Ámsterdam han tenido que cancelar hasta la mitad de sus itinerarios y el de Bruselas llegó un día al extremo de tener que cerrar operaciones.
La primera causa de la crisis es la escasez de pilotos. En los meses posteriores al final de los confinamientos las aerolíneas operaron a casi la mitad de su capacidad, pero la recuperación ha sido tan rápida y sorprendente que no les dio tiempo para prepararse. Según organizaciones como OAG (líder global de información aeronáutica digital) y IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo), de continuar así, en 2025 habrá un déficit de 34 mil pilotos, 10% del total de la fuerza laboral.
Las aerolíneas de Estados Unidos enfrentan un faltante de ocho mil pilotos que podría llegar a 30 mil para el año 2032 porque, además de los despidos durante la pandemia, facilitaron la jubilación anticipada de un número importante de estos y ahora no encuentran cómo reemplazarlos. Para empeorar el panorama, el uso intensivo de drones ha reducido significativamente el número de pilotos militares, que eran una gran cantera para las aerolíneas.
En Asia Pacífico, que es una de las zonas más dinámicas del mundo, el crecimiento de la demanda de viajes aéreos se traduce en un déficit de pilotos que, por ahora, han atendido con la contratación de los despedidos o desempleados en Europa y América Latina (lo cual agrava el problema en estas últimas regiones). Si esta situación se mantuviera al ritmo actual, la escasez de pilotos podría llegar a ser de 22 mil en el año 2029.
El déficit de personal experimentado no se limita a los pilotos. En Estados Unidos también hay escasez de controladores aéreos, llevando a distribuir el tráfico en centros de control, lo cual alarga algunos vuelos y ocasiona retrasos. En Europa faltan trabajadores de seguridad, manejo de equipaje y check-in, entre otros. Esto ha ocasionado situaciones críticas en tareas clave como el servicio a bordo (miles de vuelos son atendidos por un solo asistente). También se impactó la entrega de maletas y por ello hay aeropuertos que acumulan a la fecha miles de piezas de equipaje. Adicionalmente, las huelgas y protestas constantes de trabajadores de compañías de bajo costo, como Ryan Air y EasyJet, han desatado situaciones caóticas e inmanejables en varias terminales aéreas.
Las aerolíneas recomiendan a los pasajeros considerar otras alternativas de viaje, evitar vuelos con escalas, usar solo equipaje de mano y llevar sus propios alimentos y bebidas. Apenas paliativos porque la solución definitiva de la crisis no será rápida ni fácil porque se trata, en su mayoría, de personal especializado que requiere recibir y certificar entrenamiento en forma permanente. En cuanto a los trabajadores vinculados, la congestión de las últimas semanas ha activado conflictos en muchas empresas cuyos empleados no solo exigen recuperar condiciones y beneficios anteriores a la pandemia, sino también mayores salarios.
Las consecuencias las terminarán pagando en buena parte los usuarios porque el desequilibrio entre oferta y demanda induce la reducción de rutas y de horarios, con el consecuente incremento de los precios. Este año las aerolíneas volverán a tener ganancias pero lo que se espera para el futuro es que consoliden el tráfico en menos vuelos. Hay fuerte competencia por los pilotos a través de salarios más altos, lo cual crea una tendencia al alza de los costos operativos que amenaza con dejar fuera de mercado a las empresas pequeñas, medianas y a las de bajo costo. Un difícil panorama ante el cual a muchas personas no les quedará opción distinta que bajarse del avión.
Tomado de: El Nuevo Siglo