Crónicas

Los Contertulios De Los Sanjuaneros En La Virgencita

 Por: Hermes Francisco Daza

Eran los más asiduos visitantes del redondel de la virgencita para las tertulias de la vespertina. No iban todos a la vez, pero siempre había quórum para comentar las vivencias del pueblo. No todos son contemporáneos porque cada uno se fue acercando a la cofradía según su momento. Se fueron sumando a esta bella historia de hermandad que data de mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Como en toda lista que se respete quedaron faltando algunos, estamos seguros, pero nos sabrán disculpar los fallos de la memoria.
Ellos fueron José Agustín ‘Gute’ Brito Gámez, Fernando del Pilar ‘Nando’ Díaz Farías, Juan Félix Estrada Carrillo, Pedro ‘Pello’ Estrada Carrillo, Pedro Manuel Brito Gámez, Victorino Brito Brito, Rafael Brito Fuentes, Pedro Mejía Gámez, Segundo Mendoza Orozco, José Alberto ‘El Manco’ Fuentes Romero, Enrique Daza Meza, Rafael  ‘Burbai’ Daza Gámez, Julio Reyes Celedón, Julio Orozco Brito, Juancho Celedón Fernández, Gustavo ‘Chombe’ Daza Meza, Rafael ‘Chofer’ Salinas Peñaranda, Francisco ‘Pijico’ Peñaranda Carrillo, Tomasito Pontón Capriles y Ernesto Sarmiento Afanador.


Anécdota de Pijico.

“Pijico”

Esta pequeña historia muestra el arraigo que tenía en el alma del pueblo sanjuanero la reunión de la Virgencita.

Cuando ‘Pijico’ estaba enfermo, en la última etapa de su vida, varias veces fue hospitalizado en el viejo hospital San Rafael de la calle de las Flores. En una de esas recaídas sucedió lo inesperado y gracioso. En esa ocasión, después de varios días de permanecer en el centro asistencial, su mejoramiento fue ostensible y por eso le permitieron caminar por los pasillos del hospital.
Resulta que en un descuido del personal médico, se salió subrepticiamente y se fue en pijama para la Virgencita. Los médicos de momento no notaron su ausencia, pero con el paso de las horas se formó un revuelo de padre y señor mío. Lo buscaban y no aparecía.
 Un transeúnte que pasaba por el hospital al ver el revuelo de las enfermeras les comentó que el enfermo fugitivo estaba muy tranquilo en la Virgencita oyendo los chistes de la concurrencia.
Del hospital fueron y se lo trajeron. Naturalmente, le pidieron explicación por su escapada. ‘Pijico’, con su media lengua y su carita llena de picardía les respondió: “Sólo era un ratico”. Al día siguiente le dieron de alta.


La virgencita y el compositor

Roberto Calderón Cujia, compositor.

El monumento a la virgencita vive en el imaginario colectivo de los sanjuaneros. La virgen del Carmen, desde su pedestal en la calle del Embudo, comparte con nuestro patrono San Juan Bautista, el honor de ser los santos protectores de nuestras vidas, la luz espiritual que ilumina el camino.
Siendo San Juan del Cesar, tierra de compositores, no es de extrañar que la Virgencita aparezca en sus versos sentidos.
El afamado compositor sanjuanero, Roberto Calderón Cujia, hace referencia a ella en el paseo que se llama ‘Me quito el nombre’, interpretado por Silvio Brito, que en uno de sus apartes dice:


 Destrozado me fui
pal pueblo mío
con el fin de olvidar
tu risa linda
y apenas vi la Virgencita
solté el requiebro
y no me aguanté
ay, porque con ella te comparé.

Punto de Referencia:
En aquellos tiempos lejanos, cuando la carretera nueva que pasa por el parque de Las Delicias en San Juan del Cesar no existía, cuando los vehículos que venían de los pueblos del sur para dirigirse hacia las poblaciones del norte de La Guajira se veían obligados a transitar por la vieja carretera que atraviesa a San Juan del Cesar por la carrera sexta, cuando todo eso sucedía, repito, entonces aparecía la Virgencita para ayudar.

Silvio Brito, cantante de música vallenata.

Acontecía con algunos conductores que no conocían el camino o sencillamente estaban despistados, que se acercaban cautelosamente al mercado público, que era la zona de más ebullición en el San Juan de la época. Los conductores sacaban la cabeza por la ventanilla del vehículo y preguntaban:
¡Oiga!, ¿Por dónde es la salida pa´ Maicao? Entonces, cualquier vecino dispuesto a responder, le decía:
¡Siga derecho, cuando llegue a la Virgencita, doble a la derecha y dele pa´rriba, no hay pierde!
A nivel local también es común escuchar las expresiones: Antes de la Virgencita; Después de la Virgencita.
Así cumple la virgen del Carmen, desde los primeros tiempos, su misión de orientar a los feligreses.

La Virgencita como oráculo
Todos los años, religiosamente, los 8 de diciembre, la vecindad se levanta en la madrugada a alistarse para poder asistir sin falta a la misa que se ofrece en la Virgencita, a las 5 de la mañana. Viene el padre de la iglesia San Juan Bautista, y en un bonito ceremonial, agradece a la Virgen del Carmen todos los favores recibidos y nos encomienda para una vida futura sin tropiezos.
Se conmemora desde los años 50 del siglo pasado cuando Rafael Lacouture Celedón en agradecimiento a la Virgen le construyó un monumento en plena calle del Embudo.

Rosa Corrales Molina.

La tradición oral ha mantenido fresca la historia hasta nuestros días. Contaba la difunta Rosa Corrales Molina, y tenía porqué saberlo, ya que trabajó 45 años en la casa del matrimonio de Rafael Lacouture Celedón y Ana Dolores Sánchez, que, andando de noche por los caminos de Badillo en su carro, Rafael Lacouture sufrió un accidente en un puente y cayó abajo.
Cuando recuperó la consciencia, en medio de la oscuridad, se percató que no se podía mover. Haciendo memoria recordó que había sufrido un accidente, pero de inmediato se propuso guardar la calma, no desesperarse. En medio del silencio y la soledad se acordó que en la cartera tenía una estampita de la virgen del Carmen. La sacó y se encomendó a ella con fervor. En ese trance esperó que amaneciera.
 

Así es la Virgencita, la reina del pueblo sanjuanero, la vigilante insomne de nuestro destino.

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