Muere Isabel II, la monarca que no estaba destinada a reinar y terminó haciéndolo por siete décadas
La reina Isabel II murió a los 96 años este jueves, confirmó el Palacio de Buckingham. Gran Bretaña se despide de la monarca con el reinado más largo de su historia: cumplió 70 años en el trono este 2022.
El primero en la línea de sucesión es Carlos, el príncipe de Gales e hijo mayor de la reina. Es el monarca británico heredero al trono que más tiempo ha esperado, pues es el aparente heredero desde los 3 años. También es el primero en obtener un título universitario. Desde 2005, está casado con Camilla, la duquesa de Cornualles. Se espera que se anuncien detalles sobre las honras fúnebres para Isabel II.
Elizabeth Alexandra Mary Windsor nació el 21 de abril de 1926, pero como hija mayor de Alberto, el duque de York, y Elizabeth Bowes-Lyon, no estaba en línea directa para convertirse en reina.
Su padre era el segundo hijo del rey Jorge V. El heredero era el primogénito David. En esos años, su sobrina Isabel soñaba con ser “una mujer de campo con muchos caballos y perros”.
Pero una historia de amor lo cambió todo. Cuando Jorge V murió en 1936 David llegó a trono como Eduardo VIII.
Sin embargo, la mujer que este eligió como esposa, la estadounidense Wallis Simpson, quien era divorciada, fue considerada inaceptable para la monarquía por motivos políticos y religiosos, lo que provocó una seria crisis en palacio.
A finales de ese año, Eduardo VIII decidió abdicar a favor del padre de Isabel, un hombre tímido y nada atraído por la vida pública, quien a regañadientes se convirtió en Jorge VI.
En un clima de tensión creciente en Europa, el nuevo rey y su esposa se dispusieron a restaurar la fe en la monarquía. Su ejemplo no se perdió en su hija mayor, quien como heredera inesperada comenzó a prepararse para un día ceñirse la corona británica.
Tanto ella como su hermana, Margarita, nacida en 1930, fueron educadas en casa y crecieron en un ambiente familiar amoroso.
Isabel tenía una relación muy cercana con su padre y desde muy pequeña mostró un gran sentido de la responsabilidad.
Ya antes de convertirse en primer ministro, Winston Churchill dijo sobre ella que poseía “un aire de autoridad asombroso en una niña”.
Pese a no ir a una escuela formal, Isabel se hizo experta en idiomas y estudió detalladamente historia constitucional.
Antes de ser coronada, Isabel se dedicó en cuerpo y alma a desempeñar su papel “real”.
“Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea corta o larga, estará dedicada a vuestro servicio y al servicio de esta gran familia imperial a la cual todos pertenecemos”.
Durante más de medio siglo, condujo su imperio y luego lo vio decaer, en un descenso controlado, en lo que se conoció como la mancomunidad británica de naciones, una asociación de países ahora independientes. 16 países la mantuvieron como la jefa simbólica del Estado.
Por décadas ha soportado todo lo que la historia y su familia le han puesto por delante, con una reconfortante compostura.
Su reinado comenzó cuando Winston Churchill era primer ministro.
Se ha reunido con todos los presidentes de Estados Unidos, excepto uno; siempre dio prioridad a esos encuentros.
“Recuerda haber aprendido de sus padres la importancia de mantener de su lado a Estados Unidos durante la guerra. Y Estados Unidos entró en la guerra. Lo recuerda muy bien. Recuerda a los soldados estadounidenses, el Día D y todo eso. Para ella, fue una parte importante de su crianza”, dice Robert Hardman, autor de Our Queen.
El monarca británico no tiene poder político, pero Isabel tenía inmenso poder como figura insigne, como se demostró en el 2011 en la primera visita de Estado de un monarca a la vecina Irlanda, desde que este país se separara del Reino Unido.