Corozo, materia prima de carbón activado con potencial farmacéutico y descontaminante
El corozo es rico en aceites, proteínas, vitaminas y antioxidantes; es fuente de alimento importante en las poblaciones rurales, y además su tronco se utiliza para construir viviendas. Sin embargo, en las plantaciones se generan grandes cantidades de residuos, por lo que un grupo de estudiantes de Ingeniería Biológica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz se “craneó” la idea de transformar estos desechos en materias primas con potencial para el desarrollo de emprendimientos comerciales.
“El proyecto se enfoca en el máximo aprovechamiento de esta fruta, ya que observamos que los residuos de corozo no tienen más destino que las canecas de basura, dando posibilidad a innovación y emprendimientos”, recalca Luisana María Ochoa Cataño, una de las estudiantes que forma parte del proyecto.
Por su parte Oriana Carolina Guerrero Durán –también integrante del grupo– comenta que “concebimos el proyecto como una oportunidad para aprovechar los componentes residuales obteniendo carbón activado a partir del orujo o residuo del corozo, pues sabemos por la literatura sobre el tema que en los últimos años se ha incrementado la producción de este tipo de carbón, especialmente en la industria del cuidado personal y en filtros de agua, por su alta capacidad de adsorción”.
Este proyecto se llevó a cabo dentro del curso de operaciones de transferencia de calor y movimiento. Centrándose en un proyecto experimental, los estudiantes desarrollaron un proceso de activación física en la red de aulas laboratorio de la Universidad, evaluando la eficiencia de este carbón activado a partir de corozo.
“Los residuos del corozo se sometieron a tres etapas: (i) secado de un día, que se dividió por bloques de 320 gramos, (ii) carbonización de una parte del material para volverlo carbón vegetal, y (iii) activación parcial del carbón en el laboratorio”, explica el estudiante Johny Miguel Silva Ortiz.
Al respecto, el ingeniero físico Jaime Andrés Pérez Taborda, docente y director Académico de la UNAL Sede de La Paz, afirma que: “en una región como el Cesar con un enorme potencial de residuos orgánicos no aprovechados, con retos en calidad del aire y del agua esta es una oportunidad para generar sinergias en innovación y el emprendimiento”.
“Es en esta línea a lo que apunta nuestro proyecto académico de la Sede de La Paz es propiciar escenarios de aprendizaje dentro de nuestra red de aulas laboratorio, en donde el territorio interviene dentro del aula como un escenario de aprendizaje y nuestros estudiantes proponen soluciones a los retos regionales, propiciando oportunidades de innovación”, agrega el académico.
En este caso, el enfoque fue de economía circular, en donde los desechos orgánicos cambian sus características físicas y químicas.
Para aprovechar los desperdicios de la fruta del corozo se hicieron biotroncos del orujo del corozo (con 5 kilos se obtuvieron 15 bloques de unos 320 gramos), se pusieron a secar y quedaron compactos, no como para funcionar como leña, pero sí para darle un segundo uso que es la carbonización.
“La pepa del corozo tiene diferentes capas y no se puede triturar porque es muy dura. Después del anterior proceso queda más blanda o frágil para partirla, y el carbón que queda se puede macerar para meterlo a la termomufla, un horno que actúa a temperaturas muy elevadas”, agrega el estudiante Isaac David Torres Santana, coinvestigador.
Usos
En la actualidad el carbón activado es tendencia en la industria cosmética, pues una de sus características es que limpia impurezas, por lo que se puede utilizar en mascarillas para reducir manchas o blanquear, o en cremas dentales, y además cada vez se utiliza más en procesos de purificación de agua domiciliaria, es decir de las viviendas, y también de ríos y quebradas.
“Si se tiene en cuenta que en la mayoría de los pueblos del Cesar el agua llega sucia a los grifos, el carbón activado sería una opción para reducir las impurezas. No quedaría totalmente potable; es un paso en esa dirección, pero se debe articular con lo que hacemos en el semillero de Ciencias Experimentales, SICE, de la Sede de La Paz, que es medir las variables fisicoquímicas del agua para mejorar la calidad del agua”, anota Karen Virginia Sánchez Arzayus, otra futura ingeniera.