Su majestad la Cumbia: Folclor y tradición
Por: Juan Fernando Gaona Muñoz
Suena la gaita y la flauta de millo, se encienden las velas, las calles se inundan de bailarines cadenciosos al golpe del tambor. Sí señores, es su majestad la Cumbia, que llega con su alegría a recordarnos que como colombianos somos producto de una trietnia, de negros, indígenas y blancos. Así se da inicio a uno de los festivales folclóricos más ancestrales y representativos de nuestro país: el Festival Nacional de la Cumbia en El Banco, un pequeño municipio anclado en la ribera del río grande de la Magdalena.
Esa ribera grande que cada año se viste de gala para presentar en su imponente tarima fluvial “doce bogas con la piel color majagua y por las noches a los remos le arrancaban un melódico crujir de hermosa Cumbia”, haciendo alegoría a la canción del afamado compositor, gestor y creador del Festival de la cumbia, el ‘Maestro’ José Barros. Cada año, como ya es tradicional, esta bella población del Caribe recibe a lugareños y nacionales para que disfruten de días y noches cargadas de Cumbia, aires de río, cumbiambas y canciones inéditas.
La magia y encanto que rodean a este festival va más allá de su riqueza cultural y folclórica. Esto se debe a su autenticidad y conexión con todas las personas, así como la naturalidad en que se dan las cosas. Puedes ir caminando y en cualquier esquina te encuentras con un grupo de tamboras tocando de la nada y su gente bailando. El pueblo se viste para ello, entienden la trascendencia y así lo viven. Es decir, es un festival de la gente para la gente, una característica que no es muy común en las festividades más conocidas del país.
Y claro que las dificultades han surgido, no todo es color de rosas, ha faltado patrocinios y apoyo de las entidades que deberían abanderar este hermoso género musical. Sin embargo, el orgullo de ser declarado “Patrimonio cultural e inmaterial de la Nación” es una bocanada de aire para salvaguardar la identidad nacional de la Cumbia y otras representaciones folclóricas del río Magdalena.
La multiculturalidad y valor de nuestras raíces nos invita a seguir exaltando este ritmo de generación en generación para que nunca muera la Cumbia ni el legado del ‘Maestro’ Barros.