Opinión

El miedo y el emprendimiento

Por: Enrique De Luque Palencia

El miedo, una palabra que impacta de manera negativa en el libre desarrollo de la personalidad del ser. No son las normas, manuales y políticas que lo someten y lo obligan a comportarse de una manera predeterminada por una sociedad, una empresa, un país o el hogar; como por mencionar algunos estadios con normas de conductas diferentes. La aseveración de que impacta de manera negativa se plantea partiendo de que es el mayor limitante que tenemos los seres humanos. Que por naturaleza y desde que nacemos somos creativos, innovadores, tenemos emprendimientos y, por ende, somos emprendedores, pero esos dones naturales tienen un punto de quiebre: el miedo.

Para sustentar lo afirmado, los invito a recordar qué querían ser cuando eran niños, y antes de eso, qué hace un recién nacido o de meses cuando descubre sus pies y sus manos. Inicia todo un proceso que lo conduce a comprender y a utilizar su descubrimiento para desplazarse, asir objetos, alimentarse por sí solo al igual que genera cierta independencia en él. Ahora bien, cuando ya puede comunicarse y comprender su entorno y alimentar su cerebro con conocimiento, con ello nacen las ideas para solucionar sus necesidades, al igual que una avidez por el conocimiento, partiendo siempre del por qué de las cosas. Es una búsqueda constante para asimilar todo lo que en su entorno pasa y adaptarse a él de la mejor manera creando incluso escenarios favorables, para su diversión y recreación demostrando con ello toda su capacidad inventiva.

Es niño al ir descubriendo su entorno, lo adapta a su capacidad de asimilación, se enfrenta a el y lo intenta transformar para su beneficio, es entonces cuando aflora toda la creatividad e innovación, demuestra en su actuar con sus actividades todos los emprendimientos que puede tener, entendido el emprendimiento como la acción y efecto de emprender una obra, tal cual como lo define la Real Academia.

A estas alturas, usted debe estar recordando sus épocas de niño y lo que soñaba ser, como por ejemplo un médico, un maestro, un bombero, un papá o una mamá, y no se quedaba solo con la idea o la simple intención. A renglón seguido, se convertía en todo un emprendedor que iniciaba el proceso de hacer realidad esa idea. Para ello, creaba, atento a esta palabra clave, creaba los escenarios e iniciaba la gestión para conseguir los recursos necesarios para lograr convertir en realidad el proyecto e iniciaba entonces el juego, o que decir de la capacidad para crear un amigo imaginario e hilar toda una conversación coherente dentro de ese ese espacio único y mágico, con una capacidad comunicativa y elocuente que al transcurrir del tiempo se diluye hasta convertirse en una debilidad al no querer hablar en público.

El niño no se detiene, piensa, se proyecta, cree en si mismo, en sus virtudes, capacidades, conocimientos y en un acto de sabiduría, le pide a un familiar que se acueste, toma un elemento como un lápiz y lo convierte en termómetro y lo coloca debajo de la axila de su paciente. Díganme ustedes si eso no es creatividad e innovación y así éramos, pasábamos siempre de la idea del emprendimiento a emprender y lograr con éxito concluir el proyecto.

Cuándo se perdió o se limitó esa capacidad creativa e innovadora, cuándo se perdió ese espíritu emprendedor y dejamos los emprendimientos solo en ideas dormidas, la respuesta es natural conocimos el miedo. Ahí está el punto de quiebre.

Es decir, todos los seres humanos, sin excepción alguna, somos creativos e innovadores. Siempre tenemos emprendimientos. Lo que no tenemos todos es el espíritu emprendedor que, desde esta perspectiva, es por falta de credibilidad y de reconocimientos de nuestras capacidades y habilidades, como tampoco identificamos nuestros propósitos. Que eso no es algo novedoso, es todo lo contrario. Siempre ha vivido y hará parte de la estructura del ser, se sus emociones y razones. Así que la invitación es a despertar al niño dormido que mora en tu interior para, de una vez por todas, convertirnos en esos grandes emprendedores de nuestros proyectos de vida.

El emprendimiento no es crear empresa, es construir todo un proyecto de vida es decir, es un resultado de identificar nuestros objetivos de vida. El emprendimiento es visionar cómo quieres ser reconocido y a partir de ese momento, definir que vas hacer para lograrlo y de esta manera iniciar los procesos que te permitan recorrer el camino para convertir tu emprendimiento en una grata realidad. Así que insisto: ¡despierta ese niño y ve por lo tuyo, sé feliz!.

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