Opinión

En memoria de Gianrocco Filomena 

Por : Roque Filomena Angulo 

 GIANROCCO, el hijo amado y bondadoso, el nieto amoroso y efusivo, el hermano solidario y querido, el sobrino amable y cariñoso, el primo entusiasta y comprensivo, el compañero ideal, el fiel amigo, el cantante natural. 

Dieciocho años han pasado ya desde ese oscuro momento en que la fortuita imprevisión apagara su candil de aliento, y marchitara su vida en flor, dejando un inmenso dolor a los que añoramos su tiempo, su risa y su agradable voz.
Tan irremediable depresión acompaña por siempre nuestras vidas y, compungidos en confusión y en nostalgia sumidos, nos preguntamos todavía el porqué de su precoz partida. 

Demasiado temprano se apagó su lumbre brillante, como el mediterráneo sol se esconde tras las nubes errantesen las tardes otoñales de aquellos ensoñados lares de su abuelo Rocco, privándonos de todo el candor de su talante maravilloso, de su vida encantadora y divertida, plena de entusiasmo, aprecio y alta estima.

¡Cuánta falta nos hace Gianrocco! 

Aun las aguas de caudal torrentoso que bajan de la Sierra Nevada y bañan el bello poblado de  Ríofrío, de vocación bananera donde naciera Ana, su cariñosa abuela, extrañan también su infancia de aquellos paseos por el río, en medio de un armonioso canto de aves y el eco de una brisa suave que se filtra entre los frutales. 

Así mismo, y colmados de nostalgia, evocamos el bello cantar de su abuela Fadía, que en su trajinado andar de El Guamo provenía, hasta lograr, con tesón, amor y sabiduría, levantar con orgullo a su familia y las de sus hijos crecer también veía; consintiendo nietos, disfrutando de sus talentos y admirando, en Gianrocco, su  sentimiento, su canto, su cariño y su innata simpatía.

¡Gran tristeza nos ha dejado Gianrocco! 
Por pocos años su alegría y franca cordialidad reinó entre nosotros,hasta que la fatalidad,siempre cruel y despiadada, impertinente y desconsiderada, nos privara de su agraciada presencia. 

Es duro pensar en su ausencia y, en la incontenible imaginación, jamás se concibe su partida sin adiós y sin razón. Hoy su recuerdo va más allá del infinito y nos abraza como un viento cálido de floral aroma, mientras la música que siempre cantaba,  nos rememora, con encanto exquisito, los días aquellos, cuando todo era más lindo… todo era más bello. 

Hoy, después de 18 años sin Gianrocco, quedan, ineludiblemente, amargos eventos dolorosos, de potencial derrumbado, de esperanza truncada, de sueño apagado, de proyección quebrantada, de esfumada ilusión; pero también, quedan, plasmados en nuestro corazón, los más vivos y hermosos momentos de vida con la bondad del Dios Todopoderoso que nos da la entereza de nuestros días, para atesorar en nuestra mente una semblanza noble y sentida, un pensamiento puro y leal, un sentimiento profundo de paz interior y de alivio espiritual.

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