Crónicas

40 años, amigas por siempre 

Por: Lida Mendoza Orozco

La etapa escolar es una de las más importantes de la vida. Pasas de la primaria al bachillerato en un abrir y cerrar de ojos y sientes que se abre un mundo de posibilidades de seguir aprendiendo pero también de conocer nuevas personas, compañeros que con el paso del tiempo se convierten en amigos. 

Llegué al Colegio Elena Duque de Barranquilla, en ese entonces, femenino, en 1981, a cursar el tercer grado de bachillerato (octavo), en medio de muchas expectativas; era mi primera vez en una ciudad tan grande y en un colegio desconocido, sin embargo tenía muchos deseos de hacer amigas y a fe que las hice. Pasó el tiempo y llegó el anhelado día del grado: 30 de noviembre de 1984 y comenzaba una nueva etapa, en la  que cada una se dedicó a hacer su propia vida.

Por muchos años no volvimos a saber las unas de las otras, así transcurría el tiempo y llegó la tecnología, el mundo avanzaba y yo me dediqué a buscarlas, poco a poco fui averiguando por sus vidas hasta que logré conformar el grupo de WhatsApp Prom 84 con el propósito de saber de cada una y volver a abrazarlas. La tarea no fue fácil pero logré unir a 31 de mis compañeras de bachillerato, algunas ya eran mis amigas desde esos tiempos escolares y otras se convirtieron en grandes amigas desde cuando se integraron al chat. El alboroto fue grande, en esos primeros días no nos despegábamos del celular, queríamos saber que había pasado durante todo el tiempo que estuvimos separadas, nos dedicábamos a recordar anécdotas y a compartir experiencias de vida. Así supimos que muchas habían perdido a seres queridos, que otras se habían radicado en el exterior, que otro grupo más se había  casado, había tenido hijos y se había convertido en abuela, en fin, volvimos a sentirnos cerca a pesar del tiempo y la distancia. 

Para la fecha, en 2014 nos reunimos en Barranquilla, fue maravilloso volverlas a ver junto a nuestra amada Elenita y a nuestra queridísima Nidia, nuestra profe de francés y guía del grupo. Allí volvimos a conversar cara a cara y volvimos a compartimos anécdotas y experiencias y continuamos desde entonces con encuentros frecuentes donde afianzamos los lazos de amistad. Durante todo este tiempo, algunas de esas compañeras que muy pocas veces hablábamos en las aulas, nos convertimos en amigas/hermanas, así lo he sentido en todos estos años de amistad sincera, de esa que sale desde lo más profundo del corazón, hemos sido solidarias, generosas, nobles, confidentes, cómplices, consejeras. 

Han pasado 40 años desde nuestro grado de bachiller, en ese tiempo se fueron algunos profesores, la propietaria del colegio, nuestra recordada Elenita y mi buena y gran amiga Auxiliadora Bula, con quien compartí muchísimo, puesto que hacía parte de mi grupo de estudio en esos años maravillosos, dolió mucho la partida de todos ellos, hoy los recordamos con amor. 

Al iniciar el año 2024 nuestro gran reto fue la reunión de integración de los 40 años de egresadas. Queríamos que estuvieran todas, cosa bastante difícil porque algunas no viven en Colombia, otras tienen agendas de trabajo bastante ocupadas, otras más guardan luto por la partida de un ser querido o tienen algunos quebrantos de salud, en fin; sin embargo, el entusiasmo crecía con el paso de los meses. 

Lo más difícil fue ponernos de acuerdo con la fecha y lo que se iba a preparar para nuestro encuentro; 40 años no se cumplen todos los días, debía ser algo hermoso para vivirlo a plenitud.

En los grupos siempre hay una líder, también en el nuestro las hay, son muchas, pero en esta ocasión, una tomó las riendas y se dispuso a organizar; nuestra querida Martha Castaño se tomó el tiempo de preparar una reunión en la que no sólo nos íbamos a encontrar para reírnos, echar cuentos, bailar o tomarnos un vino. La idea era hacer eso yendo más allá del compartir, fue una programación tan  especial que salimos del lugar, el hotel Arena Beach de Cartagena, siendo mejores seres humanos. 

No contábamos con las inclemencias del clima, un ciclón quiso arruinarnos el paseo pero pudieron más las ganas de un grupo de mujeres que solo quería abrazarse y divertirse como niñas; la programación  continuó a pesar de las lluvias y los malos pronósticos climáticos que preveían encierro  pero eso no ocurrió, solo logró que nos conociéramos más, que nos integráramos como verdaderas hermanas, que desnudáramos el alma y el corazón contándonos nuestras realidades, nuestros logros, frustraciones y nuestros proyectos y sueños por cumplir. 

En la cara de cada una de mis amigas pude ver reflejada a las adolescentes que conocí en mi amado colegio, con ganas de seguir comiéndose al mundo llenas de alegría y entusiasmo. 

De ese reencuentro de 40 años vividos en amistad, nos quedaron recuerdos, anécdotas, muchas fotos y compromisos que ya cada una comenzó a cumplir. 

Solo nos queda seguir viviendo esta hermandad, cultivarla como lo hemos hecho, con encuentros frecuentes para expresarnos todo el cariño, la admiración y el respeto que sentimos la una por la otra. 

Nuestra próxima parada será en diciembre en Barranquilla para despedir el año como lo merecemos, unidas en el amor, con alegría y gozo. ¡Ya comenzamos los preparativos!. 

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  1. Patricia Berdejo says:

    Encantador relato @Lida Mendoza, la amistad y los vínculos que el tiempo afianza y que simbolizan nuestro crecimiento como seres humanos, sin barreras ni distancias.

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