Flor Orozco de Mendoza, la matrona que logró un cálido reencuentro familiar en una ‘Tarde Zambranera’
Por: Hermes Francisco Daza
Fotografías: David Rois Mendoza
El aroma de una flor, a manera de símil literario, fue el origen del gran encuentro de connotadas matronas de esta tierra, terruño que las vio nacer y permitió que el objetivo de Doña Flor, la idea de reunirlas en una ‘Tarde Zambranera’, pudiera llevarse a feliz término.
La ‘Tarde Zambranera’ fue una iniciativa de la señora Flor Orozco de Mendoza, nacida en el corregimiento de Zambrano, municipio de San Juan del Cesar (sur de La Guajira), quien quiso convocar a sus familiares más cercanos para compartir historias, anécdotas, cuentos, décimas, entre otras tradiciones culturales de esa población, con el fin de preservar la identidad cultural y la memoria histórica de ese corregimiento, tierra que vivió tiempos fructíferos que en algún momento se vieron empañados por la violencia, pero que hoy vuelve a resurgir como un lugar de mucha paz y sana convivencia.
Durante la reunión, que se llevó a cabo en el amplio patio de la casa paterna, bajo la frondosidad de árboles de Corazón Fino y Cotoprix, la acompañaron sus hijos, nietos, hermanos, primos, sobrinos, yerno, cuñada, amigas, entre otras personas que participaron de una bonita tarde en la que se compartieron deliciosas viandas, y se recordó con mucha emotividad y nostalgia los tiempos vividos durante su infancia y adolescencia.
Un momento con Doña Flor
Humberto Rois Fernández, su yerno y uno de los participantes en la amena reunión, dijo sobre Flor Orozco Bermúdez: “La conozco allende el tiempo, porque además de los muchos años de relación familiar acumulados, en ella siempre he encontrado al ser humano comprensivo, solidario y cariñoso que todo hombre podría añorar de la suegra. Y en ella, siempre he tenido el eco a mis alegrías y el bálsamo para mis preocupaciones y penas”.
No lo pensó mucho para reconocer la gratitud eterna hacia esta matrona, sin que jamás haya abusado de su generosidad humana. Además, asegura que ella incidió en el cordialísimo entendimiento que él sostuvo con su amado esposo Alonso, y que hoy sostiene con todos sus hijos, o sea, sus cuñados.
Poder acompañarla en su tierra Zambrano, el pasado tres de diciembre, junto a sus más allegados parientes, significó recordar de manera grata cómo fue esa época fantástica del Zambrano del siglo pasado, con un río Cesar maravilloso bordeando su fértil meseta abrigadora, con su cerro tutelar conservado y descontaminado, con una Sierra Nevada pródiga de mejor clima, con sus sencillas casas y personas acogedoras brindando hospitalidad sin prevenciones y mostrándose orgullosamente como campesinos dedicados a la pequeña agricultura y ganadería, en sana y pacífica convivencia.
Ese escenario, fue prácticamente pincelado por quienes asistieron a ese evento en la vieja casa de ‘Quique’ Orozco y Margarita Bermúdez (padres de la señora Flor), lugar donde nació y creció llevando una vida sosegada y llena de esa alegría pueblerina que caracterizaba a los zambraneros. Ese ambiente, era el que Flor compartía social y familiarmente con las hermanas Orozco Crespo: Zenobia, Esther y Eduvilia, a quienes siempre ha querido fraternalmente.
Cuán emocionante fue el instante en el que Zenobia con sus dos hermanas llegaron al sitio, recibiendo Flor el saludo efusivo de ellas y un adorno grande de flores rojas de Trinitaria (Buganvilla), símbolo inequívoco de alegría y de momentos agradables con seres queridos, descrita por los lugareños como la planta perfecta para olvidar las dificultades.
Anécdotas y vivencias
Y efectivamente, esas hermanas y la decana de la reunión, ‘Lolita’ Cuello de Orozco, en abrazos conmovedores con su prima Flor, iniciaron su relato inolvidable lleno de anécdotas zambraneras, evocando cantos de tiempos pretéritos, recitando poesías, improvisando versos y coplas, leyendo apartes de historias recogidas en la obra ‘La Petaca’, de la autoría de Zenobia, ambiente en el que Flor emergió con su memoria prodigiosa para dar a conocer su inagotable repertorio.
Hubo risas y aplausos, pero sobre todo, se impuso la calidez humana de unas mujeres en las que su tiempo de senectud las mostró mucho más graciosas. ¡Qué hermoso recordar esas vivencias!
Fue realmente vivificante presenciar tantas experiencias juntas en tan apreciadas y agraciadas damas, convertidas en flores irremplazables del orgullo femenino, que al final del día, luego de recibir la fina y esmerada atención de la comida exquisita brindada por la exalcaldesa riohachera Eira Gómez, transformaron el encuentro en una inolvidable tarde zambranera en la que la homenajeada pasó a ser una Flor florida.
Muchos invitados concurrieron a este fraternal encuentro, tal vez muchos no pudieron asistir, pero la memoria del agradable rato quedará por mucho tiempo en la mente de Martha Mendoza Orozco, Ediltrudis Mendoza Carrillo, Dolores ‘Lolita’ Cuello, Imelda Gutiérrez, Flor Orozco de Mendoza, Esther Orozco de Vega, Zenobia Orozco de Suárez, Eduvilia Orozco de Fernández, Lesbia Orozco Cuello, Hermes Francisco Daza, Humberto Rois Fernández, Algemiro Orozco Bermúdez, Raquel Fernández, Alonso Mendoza Orozco, Juan Fernando Mendoza Estrada, Lida Mendoza Orozco, Javier Orozco Acosta, José González, Eira Gómez, Carmen Mendoza Orozco, José Jaime Moscote, Oladis Orozco de Moscote, Ana Julia García Orozco, Nancy García Orozco, Carlos Raquel Vergara Orozco, Blanca Rosa Orozco Bermúdez, Yoledis Lopesierra y Lácides Cuello Bermúdez.