Arte y cultura

Jockey: Folie à deux 

Por: Gonzalo Restrepo Sánchez 

El cineasta Todd Phillips ha realizado con “Joker: Folie à Deux” una película que con esta antesala, estamos seguros, y de cara a los “Oscars” le irá muy bien en algunas nominaciones, de pronto —hay aspectos cinematográficos de la cinta de factura y la actuación de Joaquín Phoenix excepcional—. Pero, podemos abordar su análisis en tres ideas.

Primera, si bien es un musical (también observamos a una cantante como Lady Gaga, luciéndose), Arthur Fleck merodea la imaginación y la desarrolla en su trinchera —el alma— a través de “su libertad” y en la cárcel. Y es que Arthur Fleck ha sido internado en Arkham a la espera de un juicio por sus crímenes como Joker; para luego, en su soberanía “volver la atención” sobre sí mismo. Y lo remarcado entre comillas, simplemente una forma simbólica de señalar su propia personalidad variopinta (e igual que a cualquier ser humano) atados a la dictadura de nuestras codicias, a la incertidumbre de nuestras congojas, a los visiones de nuestras remembranzas, a la frustración de nuestra cobardía.

El filósofo Arquitas plantea asimismo otra figura (cercana a Arthur) con estas palabras: “del mismo modo que es difícil encontrar un pez sin espinas, así es difícil encontrar un hombre que no tenga en sí algún dolor clavado como una espina” (1). La espina diferencia tanto el espinazo del pez como la tortura de un ser tan patético como Arthur Fleck (Joaquín Phoenix). Y esto es lo que le sucede en parte a él. Y cuando se requiere cariño y afecto, el otorgado por su amiga Lee Quinzel (Lady Gaga). En este sentido, hay encantos de comedia romántica, acción, western y concluye como un thriller de intrigas.

Segundo, la veracidad de los diálogos, la ponderación de la puesta en escena —más allá de ciertas licencias e imágenes simbólicas y evocadoras—, y todas aquellas donde empieza a escabullirse más allá del apretado hábitat de una cárcel —formulo en tal sentido, de Stuart Rosenberg, “Brubaker” (1980)—. Pero, admitiendo que la historia se traslade más allá a lo que podría llegar a ser realmente psicológicamente hablando, Arthur. “Sus ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz” (Platón).

Y tercero, y es un factor que me agrada, lo musical de la cinta. En concreto la canción That’s entertaiment de la película Melodías de Broadway 1955 (Vincente Minnelli, 1953), y versiones de clásicos de cantantes como Frank Sinatra, The Carpenters y Jacques Brel entre muchas otros que un espectador no necesariamente melómano, las reconocerá bien pronto.

(1) Maladies II. Edición francesa de Jacques Jouanna, Paris: CUF, 1983. Traducción del autor.  

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