Arte y cultura

Cabañuelas de amor, una revolución de las mujeres en el arte 

Por: Lida Mendoza Orozco

Llegué desprevenida a la exposición pictórica de mi amiga Yarime Lobo, quería saludarla, darle un abrazo y compartir con ella ese momento mágico y me encontré con un grupo selecto de asistentes que llamaron poderosamente mi atención y me sumergí con deleite mientras se explicaba cómo surgió esta brillante idea que le dio la oportunidad a las mujeres de expresarse a través del arte, sin ningún temor y aún sin “saber pintar”. 

“Cabañuelas de amor, adiós dolor y que llueva” ( Roberto Calderòn) .

“Yo cogí el pincel y las acuarelas, Yo cogí el pincel y las acuarelas para pintar, para pintar las cabañuelas, para pintar, para pintar las cabañuelas, como es imposible dibujar el tiempo como es imposible dibujar el tiempo, pinté el arco iris, pinté el firmamento para recordarte tan solo un momento” ( Joe Arroyo) 

La nueva apuesta artística de la arquitecta, pintora y muralista Yarime Lobo Baute, “Cabañuelas de amor”, se logró a través del sentimiento de las almas “niñas” de un grupo de 15 mujeres que se atrevieron a desbordar y expresar su dolor, sus temores y sus vivencias a través del arte y el color, para trascender, aligerar sus cargas, renacer y florecer. 

La idea surgió por una propuesta de María Elisa Dangond, quien le solicitó a la artista, una recomendación para contratar a un profesor de pintura para las clases de los niños, niñas y adolescentes de la Fundación Casa Barco que dirige su hija María Laura Quintero. Lobo Baute se dejó llevar por sus emociones y le insistió que quería hacer un taller con las madres, tías, abuelas y acudientes de esos niños y la convocatoria funcionó, se inscribieron 15 de diferentes edades, quienes hoy son las verdaderas protagonistas de “Cabañuelas de amor” cuyo enfoque es la tierra, porque la artista considera que las mujeres somos madre tierra. 

Después de un primer paso bastante tenso en el que las mujeres conocieron la teoría del arte abstracto, finalmente se inició el proceso práctico y comenzaron a pintar y ellas entendieron y  empezaron a valorarse como seres sentipensantes a imagen y semejanza de un ser supremo.

La artista diseñó una estructura vertical semejando a una  columna vertebral mientras ellas se dejaron llevar y empezaron a soltar, dejaron fluir todo su interior desbordando sus emociones  y sentimientos, rieron, se abrazaron, lloraron, se paralizaron por sus miedos y temores, hasta que se logró esta monumental obra de más de 4 metros de alto por más de 4 metros de ancho, son 12 módulos de 65 centímetros por 2.20 metros de largo, que evocan las  cuatro estaciones y que se convierte en un recordatorio de lo que es ser mujer, cuando se deponen los egos, los temores para dejarnos arropar por el amor genuino. 

La  majestuosa obra que hoy está expuesta en el Centro Comercial Guatapurí estará recorriendo muchos lugares, fluyendo como el agua y seguramente despertará a  muchas mujeres deseosas de expresar la importancia del arte y del trabajo colectivo porque el arte es un lenguaje universal que nos une a todos. 

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