A un año de tu lejano vuelo
De: Patricia Berdejo
Para: Eduardo José
El discurrir del tiempo, que lo va redimiendo todo, no ha sido generoso para aceptar tu partida, en la acertada búsqueda de otras perspectivas, claro está.
Cuando te abracé por última vez, hace exactamente un año, me acusaba el temor que hoy sigue latiendo en el interior de mi soledad inenarrable, solo comparado con la impotencia de una madre, cuando devuelve a la tierra al hijo que con dolor parió.
Tinieblas, melancolía, ansiedad, tristeza, inseguridad, desolación y muchas emociones más acogieron mi nuevo calendario sin la luz que irradiaba tu presencia, pese a las controversias y a los desacuerdos del día a día.
No vislumbré consuelo ni esperanzas inmediatas porque hasta a mi nieto la vida me lo hizo esquivo.
Hablar contigo, recibir tu apoyo, verte en videollamadas lo acojo como invaluable refrigerio. Sigo exhortándote a continuar en ese pedregoso sendero de la migración ante la expectativa de ver materializados los sueños que te truncó tu Colombia natal y los que no pude ayudarte a transformar en dulce realidad. Todo esto se convierte en estados del alma difíciles de sobrellevar todavía.
Fue un aliciente inmenso debo confesarte: saber que te acogería ese terruño que por asuntos del destino pude ver y explorar alguna vez.
La certeza de ver pronto al universo confabulado a tu favor y entregándote con esplendidez lo que luchas con denuedo en tu rutina, supera al abrazo fuerte con el que hoy quisiera arroparte.