Cuento

Manjar de obispo 

“El Cuento de Pedro”

Por: Pedro Norberto Castro Araujo 

Recuerdo haber leído hace varios años una obra del doctor José Soto Berardinelly, titulada “Mojón de obispo” y recordar además el feo que le hicieron los indígenas wayúu  al primer mandatario a quien galardonaron con el premio  “Mojón de oro” no sólo por ponerlos a padener sino por poner a toda la Nación  como puercos callejeros a comer mierda.

Cuando niño quedé putrefacto al escuchar la historia que venía descendiendo a  toda velocidad y casi a la  par con los vientos alisios  provenientes del noreste guajiro; contada de voz en voz, al buen estilo macondiano. La historia relataba a un hombre en La Guajira que se comió un mojón a cambio de un camión. El escándalo hacía reunir en ronda a miles de espectadores en las plazas y esquinas del sur que querían escuchar a viva voz el relato de quien lo contaba. 

En los años 70 en plena bonanza marimbera, hubo un hombre nacido en Carraipía que vivió como un Dios. Alcibíades “Chijo” López, figura extravagante, temida y adorada, cuya vida fue una mezcla  por sus excesos.

Chijo era más que un nombre: era una leyenda viviente, capaz de cualquier cosa por demostrar su poder. En una noche de luna llena, ebrio de licor y después de realizar varias descargas al aire; donde tuvo la oportunidad de iluminar con sus ráfagas el cielo guajiro; lanzó un reto asqueroso a uno de sus choferes:

“¡Si te comes este mojón, te regalo un volteo!”

Y sí, el chofer se lo tragó… y se ganó su camión. Así, entre vómitos y aplausos, nació una de las historias más grotescas y contadas de las calles de la gran península.

Cuando Chijo ofertó la propuesta, el silencio entre los presentes fue inmediato. Algunos creyeron que era broma. Pero el chofer —un muchacho humilde, necesitado y leal— aceptó el reto. Lo hizo. Lo vomitó. Lo terminó. Y, fiel a su palabra, Chijo le entregó las llaves de un volteo al día siguiente.

El hecho corrió de boca en boca. Entre risas y asombro, La Guajira entera hablaba del día en que un mojón se cambió por un volteo. Así nació una de las anécdotas más inverosímiles  de la historia oral de la provincia.

Años más tarde, el hombre de los lujos y las orgías cayó en desgracia. Sin fortuna ni amigos, el patrón terminó solo y arruinado, con la puerta cerrada por aquellos mismos que antes bebían Old Parr  de su mano.

Hoy, su historia sobrevive entre susurros, de quien degustó en otrora un enriquecedor platillo, vive para contarla, hoy ostenta una flotilla de más de 40 camiones; paradójicamente, quien ostentó y despilfarró nada tiene, de aquella bonanza nada le  quedó; ningún imperio construido sobre barro, excentricidades y miedo dura para siempre. El autor de la historia fue perdiendo poder, aliados y dinero. Los mismos que lo adulaban lo abandonaron. Las fiestas cesaron. Las puertas se cerraron.

Dicen que murió solo, arruinado, sin familia ni dolientes, de aquella època solo quedó el recuerdo, y por supuesto, la infame historia del come mojón.

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