La Haya, un rinconcito en los Montes de María
Por: Eduardo Pertuz
La Haya, es un corregimiento del municipio de San Juan Nepomuceno en el departamento de Bolívar, a 16 kilómetros de distancia, montaña adentro. Es una vía destapada con hermosos paisajes de los Montes de María, hoy es un lugar lleno de paz, gente linda y amable.
El corregimiento, de sólo tres calles y 300 personas aproximadamente, cuenta con un buen puesto de salud, un pequeño parque infantil y una placita donde confluyen las actividades del pueblo. Me contaba Nelson Villamil, que su negocio es un “Tumba Cuchara”, o sea, una tienda pequeña, las historias de esta región; presumen que este punto era un lugar de paso donde los campesinos llegaban de los Montes de María, reposaban y seguían su camino para el pueblo de María La Baja, desde donde abordaban las lanchas en la Gran Ciénaga de María La Baja hasta Cartagena, única vía de antaño, para llegar a la capital.
Antes de la época de la violencia de grupos armados, esta zona tenía mucho folclor, predominaban las gaitas, el bullerengue y los acordeones, hoy sobreviven pequeños grupos como un “Son de Negro”, que nos deleitó con su baile.
Los campesinos, se dedican al cultivo de ñame, yuca y plátanos. La gastronomía propia de la región es el sancocho y el mote de queso con buen ají picante. Curioso ave en el camino, un “Carrao”, familia de las garzas, lo menciona el cantautor Enrique Díaz en su famosa canción: ” El Rico Cují”: _’Lo mira uste’ en la casa, flaquito como un carrao, se come una comida y ese es el fideo apurao’._
En la entrevista a Nelson, no podía faltar que nos narrara qué espantos, fantasmas o aparatos azotan la zona; la bruja a las afueras del pueblo me respondió, le pedí que nos llevara a donde ella a nuestro propio riesgo, armados de valor fuimos, tenía una cabellera blanca muy larga en rizos, dicen que fue una mujer muy hermosa, un día bajó así de la montaña: nadie sabe que le pasó, no le gustan las visitas, la encontramos bajo un árbol. El grupo prudentemente guardó distancia, me le acerqué con precaución haciéndole cruz con mis dedos, cuando empezó a refunfuñar, no se le entendía, le habían sacado una muela horas antes y sostenía hielo en su cara con la mano izquierda, con la derecha me manoteaba, solo así no pudo conjurar el hechizo que posiblemente me hubiera convertido en sapo.
Especiales agradecimientos a Francia Villamil, a Alcides Guzmán quien es el Inspector, a la profesora Julia Castro y a Inés quien nos preparó un exquisito sancocho utilizando una achiotera, utensilio de la cocina ancestral que está volviendo a tomar relevancia de la mano de *Spicarium*. El achiote le da un color natural a las preparaciones y tiene propiedades medicinales.
Visiten a La Haya, es un lugar hermoso, se recomiendan vehículos todoterreno o en San Juan Nepomuceno, tomar un Jeep que los llevará a esta inolvidable aventura.