Cuento

“Viendo bien”

“El Cuento de Pedro”

Por: Pedro Norberto Castro Araujo

Pedro Manuel,  gozaba de una importante aceptación popular, por cuanto su arraigo y ascendencia paisa, le permitía tener con facilidad amistades en toda la población. 

En los pocos meses de permanencia en El Molino pudo hacer muchas amistades, ganándose el cariño de los pobladores hasta obtener el compadrazgo con muchos lugareños, entre ellos con el Moreno y Miguel Zabaleta.

La fama del paisa se esparció por todo la región dado a su afamado caballo alazán.

 “El Gitano” como además le llamaban por sus atuendos al vestir, era mujeriego y aprovechaba las fiestas patronales para ir de poblado en poblado, demostraba sus cualidades y dones de buen jinete y  exaltaba a la vez las virtudes de su caballo el cual en eccena mostraba lo adiestrado que estaba.

Pedro Manuel, adornaba su apariencia con botas a la altura de sus rodillas, camisa blanca, pañuelo rojo anudado al cuello,  chaleco negro  y sombrero español.

El caballo era tan educado que regó fama y reconocimiento en toda la región. Agustin Uhia, residente  en La Jagua del Pilar, un 24 de junio; aprovechó para ir a la fiesta de San Juan Bautista,  para conocer el brioso cuadrúpedo. 

Allá le preguntó a Pedro Manuel si lo vendía; inmediatamente encontró un no como respuesta. le afirmó que su caballo no estaba en venta, Agustin le suplicó que se lo permitiera montar, petición a la que Pedro accedió.

Al descender Agustin quedó más encantado del semoviente y le insistió a su propietario que se lo vendiera. 

Pedro como buen negociante le dijo: No está en venta pero “Viendo bien” mi corcel, lo vendería en diez millones de pesos.

Como es de costumbre en cualquier transacción comercial Agustin le pidió rebaja y ofertó por el semental nueve millones de pesos.  Pedro Manuel le dijo que su potro “Viendo bien” solo se lo venderia en diez millones y no  le bajaria un solo peso.

“Viendo bien” Agustin, aceptó la oferta y de inmediato en efectivo canceló el valor del semoviente; enamorado del educado caballo, jarocho partió con rumbo a La Jagua del Pilar, no sin antes pasar por El Molino y Villanueva mostrándole a sus amigos y conocidos su nueva adquisición.

Un 12 de octubre, día del festejo en honor a la patrona de los jagueros, Agustin quien vivía en una finca en cercanías a la Vela del Marquezote,  desde tempranas horas, bañó y peinó con abundante agua y champú a su caballo, luego partió en dirección al epicentro del acontecimiento religioso, allí haciendo alardes de su caballo descendió del mismo, el cual amarró con suave nudo moreno en un frondoso árbol de higuito en una de las esquinas de la plaza, como buen católico con espuelas cortas en plata ajustadas a sus botas, caminó hacia la puerta principal de la iglesia y no se movió de allí hasta finalizar la misa concelebrada oficiada por monseñor Oscar José Vélez Isaza, en honor a la Virgen del Pilar.

Curiosos se acercaban al caballo a sobarlo y a tomarse fotografías, al terminar la eucaristía con las explosiones de los voladores, el ladrido de perros y la interpretación de porros de la banda de los hermanos Calderón de La Paz, Agustin orondo por la fama y prestancia adquirida por ser el dueño del semental màs afamado, fue tomado por el brazo y llevado aparte de la multitud para escuchar una importante propuesta  de Rafael Manjarez quien ofertó por comprarlo la suma de veinte millones.

Julio Uhia, su hermano, le increpó y le dijo: … Por qué has desechado tan buena oferta, si el caballo es tuerto?.

Agustín desinflado,  examina bien al semoviente y sintiéndose estafado, se devuelve en él hasta El Molino a encontrar respuesta de Pedro Manuel por el engaño enmarcado en el vicio oculto en la compraventa.

Al encontrar a Pedro este le responde: …Cuál engaño? Yo le dije que “Viendo bien” el caballo se lo dejaba en 10 millones. Ojo …”Viendo bien”.

“Viendo bien” el caballo le valdría  màs. 

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